La Cofradía de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén cumple treinta años desde su fundación por el párroco Virgilio Olmo.
Actividades: Se están desarrollando desde Cuaresma con hincapié especial en la bendición de la nueva capilla de la Imagen Titular en la Iglesia de Santa María la Mayor o las catequesis de convivencia.
Recuerdo: Al que fuera impulsor y Hermano Mayor de La Borriquita, el sacerdote Virgilio Olmo, en su pueblo natal, Cañete de las Torres.
"LA ALEGRÍA DE VIVIR UN DOMINGO DE RAMOS"
Los niños se hacen mayores a costa de recuerdos, pero permanecen siendo niños, precisamente por los sentimientos que generan esas añoranzas tan especiales. Una niña hebrea, mejor dicho, vestida de hebrea en las calles de la Almedina una Semana Santa de 1980. Junto a ella su hermana. Y muy seguidas ambas por la vista por su padre, orgulloso por haberles inculcado ese espíritu semanasantero y que ellas lo hubieran seguido. Todo transcurrió entre palmas y alegría por esas calles tan especiales del lugar más alto de Baena.
Al año siguiente se repitió la experiencia, pero ya con más vecinos, con más recorrido, con más animación y con una imagen. Ya era una procesión que simbolizaba a Jesús entrando en Jerusalén a lomos de un borrico, convertido tradicionalmente en borriquita. Esas vivencias llegaron a la niña hebrea casi mucho más a la Cofradía que los solos lazos familiares con la entidad. El párroco de Santa María la Mayor, Virgilio Olmo, también Hermano Mayor de la Borriquita, empezó a llevarla como representante en algunos actos oficiales.
Más adelante
Y luego la nombró camarera, para poner el paso reluciente de flores y bonito. Ya no era niña hebrea (salvo en lo sentimental), y sólo había visto su Borriquita, ninguna de otras localidades, ni cercanas ni lejanas. Se quedaba con su talla, la que llegó a la Almedina en 1981 y cuya imagen, vista tan de cerca, se tornó recuerdo imborrable. Aquellos primeros niños que acompañaron a la hebrea que protagoniza este texto, fueron a más y a mayores, y se les unieron otros amiguitos. Y ya no sólo iban vestidos de hebreos, también empezaron a llevar indumentarias del resto de cofradías, de las hermandades, de las cuadrillas de judíos.
Y lo que empezó siendo una ilusión de pequeños un Domingo de Ramos, se convirtió en la procesión de los niños, en la más variada, en la que más trajes diferentes luce, en la que los pequeños se ilusionan, ilusionan a sus papás y hacen las delicias de la gente. Poco importa que rompan las filas, que intenten no hacerlo, que se despisten, que se rezaguen por el cansancio acumulado en los metros recorridos de desfile...; hay cosas que importan poco, desde luego menos que la llamada procesión de los niños. La suma hace unión y el germen bien regado, deja resultados.
Se hizo mayor
La niña hebrea ya era muy mayorcita y cuando el Hermano Mayor empezó a estar malito, no dudó en continuar siguiendo sus pasos, sus indicaciones, su compromiso para que la procesión de los niños prosiguiera el camino hacia adelante, casi perpetuara esa formación cofrade en los más pequeños para que fueran aprendiendo lo que es ese espíritu y ese ánimo, esa entrega y consideración.
La niña hebrea ya está en su segundo mandato como Hermana Mayor. Al frente de la Cofradía con menor número de hermanos (apenas llegan al medio centenar), aunque como ya se ha señalado sea en la que participan mayor número de hermandades a través de los pequeños. Aquí no hay una Semana Santa chiquita como en otros lugares de la provincia, pero la Borriquita simboliza a esos pequeños que acuden vestidos de cofrades a un desfile. Tantos por vez primera como aquella niña hebrea que ahora está pensando en otros proyectos, de forma discreta, apagada, con la sonrisa encendida y la ilusión perenne.
Actualmente no tiene la inquietud de pedir unas pesetas para comprarse golosinas. Ahora esas pesetas son euros, y muchos, para poder comprar una imagen de la Virgen que acompañe en el desfile procesional a Jesús sobre el jumento. Ese punto importante, reto, desde luego, está centrando el actual mandato de aquella niña hebrea, que sin dejar de serlo, se ha convertido en Hermana, sin dejar de serlo igualmente, Mayor.
Su nombre, que ya está en la historia de las pocas mujeres que en Baena han ostentado un máximo cargo cofrade, pasará a la de la pequeña entidad que preside como su representante en tan singular aniversario, el de los treinta añitos.
Su nombre, decimos por fin, es Rosario Lucena, la hija de "Pablito", a quien todo el mundo conoce como Charo, y algunos, más o menos cercanos, como "Charito".
*Artículo publicado por Paulino Cordero en el periódico "Viva Baena"
Marzo 2011